Las lágrimas de Juan Orellana durante los festejos por la clasificación de San Martín de Tucumán a la final de la Primera Nacional reflejan todo lo que ha tenido que atravesar en los últimos tiempos. Al comienzo de la temporada, fue resistido por un sector de los hinchas. Sin embargo, el oriundo de Taruca Pampa optó por guardar silencio ante las críticas y dejar que su respuesta hablara en el campo de juego. En lugar de caer en la frustración, se enfocó en su rendimiento y, actualmente, forma parte de una de las defensas más sólidas y consolidadas del torneo.

“Las críticas siempre van a estar, porque San Martín es un club que exige constantemente. Uno debe mantenerse enfocado en el trabajo y mejorar partido a partido”, le dijo Orellana a LA GACETA, casi sin inmutarse al hablar sobre las críticas que recibió, tanto a nivel personal como a través de las redes sociales.

Orellana aseguró que su presente no fue nada sencillo de alcanzar. Su camino estuvo lleno de desafíos, pero la perseverancia y el trabajo constante lo llevaron a este momento de reconocimiento. Junto a Agustín Dattola, formaron una sociedad defensiva en constante crecimiento. “Agustín es un gran jugador. Considere que la clave de este momento fue que jugamos la mayoría de los partidos juntos. Ambos nos ayudamos mutuamente a crecer, tanto para nuestro bien como para el de San Martín, que es lo que realmente importa”, explicó Orellana, quien presenta números impresionantes en la temporada.

El zaguero central, que marcó un gol a Talleres de Remedios de Escalada, disputó 28 partidos con el equipo de Diego Flores y logró 19 vallas invictas.

Orellana se destaca en su labor defensiva y disputa cada pelota como si fuera la última. Esta intensidad le ha costado ocho tarjetas amarillas y una suspensión por acumulación. A pesar de haber sido amonestado contra Patronato, antes de ese partido había jugado tres encuentros sin recibir sanciones.

“El hecho de perderme algunos partidos me ayudó a hacer ese clic para cambiar”, confesó Orellana sobre su vehemencia en el juego. “Para la final estoy tranquilo, no me preocupa en lo más mínimo, porque sé que voy a llegar bien”, agregó el defensor, quien adelantó que se “cuidará” en los tres partidos previos al duelo decisivo.

El defensor, de 27 años, no puede evitar sonreír al pensar en la posible fecha de la final de la Primera Nacional que disputará San Martín. Para él, no es solo un partido más, sino el reflejo de todo el tiempo que lleva en el club y de los momentos difíciles que ha atravesado en el camino.

Surgido de las inferiores del “Santo”, Orellana tuvo pasos por equipos como la reserva de San Jorge y Chicoana de Salta. En 2017, tras el ascenso de San Martín desde el Federal A, Diego Cagna lo promovió al plantel profesional. Sin embargo, una lesión en la rodilla le impidió tener continuidad hasta 2019.

Con el equipo luchando por no perder la categoría, la dirigencia acordó la llegada de Ricardo Caruso Lombardi, quien quedó maravillado con Orellana y le dio sus primeros minutos en Primera: debutó contra Agropecuario por la Copa Argentina (pasaron por penales tras empatar 2-2 en tiempo regular) y luego en la victoria contra Huracán 3-1 por la Superliga.

Esa confianza parecía consolidarlo en el puesto, pero una lesión ligamentaria lo marginó de la temporada 2019/2020, siendo reemplazado con la llegada de Emiliano Amor.

A lo largo de los años, San Martín cambió constantemente de jugadores, pero Orellana siempre se mantuvo firme, esperando su oportunidad. Hoy, viviendo su mejor temporada en el club, “Barba”, como lo llaman sus compañeros, no oculta su emoción.

Tras el gol de Matías “Caco” García a Patronato y la posterior clasificación a la final de la Primera Nacional, Lautaro Fedele capturó en un vivo de Instagram, una imagen que conmovió a más de un hincha del “Santo”.

Orellana, con la cabeza gacha y envuelto en lágrimas, fue uno de los protagonistas en los festejos.

“Es el resultado de tantos años de trabajo”, relató Orellana sobre lo que pasó por su mente en ese instante. “Me acordé de las lesiones y también de las personas muy queridas que perdí. Soy una persona que luchó siempre sin rendirse. En ese momento fueron tantas emociones mezcladas, que no pude contenerlas”, agregó el defensor, quien aún mantiene su alegría por el presente de San Martín. “Este club lo es todo para mí. No hay palabras que puedan explicar este sentimiento”, expresó el zaguero central.

A pesar de que el equipo deberá enfrentarse a Racing de Córdoba, Orellana ya mira de reojo la final que otorga un ascenso a la Liga Profesional.

“Espero que el 2 de noviembre lo cerremos de la mejor manera. Para mí, será el partido más importante de mi vida. Siento que me quedé en el club por algo. Tengo una última oportunidad y no puedo desaprovecharla. Me quedé para aportar lo mío y ayudar a San Martín a pelear para que vuelva al lugar que se merece. Aún queda un paso más, el más importante”, concluyó uno de los baluartes que tiene San Martín y, sin duda, la Primera Nacional.